Apocalipsis 13:18 es todo un desafío para hacer una interpretación. Se requiere sabiduría y entendimiento y capacidad de cómputo. Y mejor aún, debe hacerse sin abandonar los dos principios básicos seguidos en el método historicista, preferido por los Adventistas del Séptimo Día.
El primer principio establece a la Bilbia como su propio intérprete. Por ejemplo, para establecer el significado de "habla como dragón" (Ap. 13:11), se identifica el dragón siguiendo la declaración de Ap. 12:9 y se revisan los pasajes donde la serpiente antigua, diablo y satanás ha hablado; es decir, en el Edén, en la historia de Job, en las tentaciones de Jesús.
Si atendemos este principio, el número de la bestia, el 666, debería encontrar en la misma Biblia los referentes para establecer un posible significado. Valga decir que nunca he leído un artículo o libro que trate este tema y se acuerde del referido principio. Junto con esto debe admitirse que tan sólo hay un pasaje bíblico en el que se menciona el cómputo "seiscientos sesenta y seis".
Precisamente, ese único pasaje tiene como sujeto principal al rey Salomón, reconocido por su sabiduría y entendimiento, los dos requerimientos con que se inicia Ap. 13:18. Se dice del rey Salomón que tenía de renta cada año seiscientos sesenta y seis talentos de oro. Con ese cómputo los cronistas quieren magnificar la riqueza del rey. No debe olvidarse que semejante riqueza provenía hasta de otros pueblos, otros territorios sobre los cuales no gobernaba Salomón. Asimismo, este pasaje del Antiguo Testamento muestra como Salomón compartía su riqueza.
De ahí que, el cómputo de la bestia debería apuntar hacia su riqueza, en el entendido de cuán grande es. Es la riqueza la que da carácter, por tanto, la que da nombre y grandeza a la bestia. Evidentemente, riqueza que la bestia obtuvo no siempre por su propio trabajo y esfuerzo, sino tomando tributo de otros pueblos, territorios y dominios. El estudio computacional de la riqueza de la bestia, además de los modos de producción y obtención de la riqueza, también debe observar la forma de compartirla.
El cómputo no debería estar calculado en las letras que componen su nombre o que le otorgan título alguno, lo cual es una interpretación desconocida en el texto bíblico. Daniel, Ezequiel, Jeremías, Isaías y ningún profeta, así como ningúna instrucción angelical referida a la interpretación, recurrió vez alguna a dar valor a las letras del nombre o título de una bestia para obtener un cómputo.
El primer principio establece a la Bilbia como su propio intérprete. Por ejemplo, para establecer el significado de "habla como dragón" (Ap. 13:11), se identifica el dragón siguiendo la declaración de Ap. 12:9 y se revisan los pasajes donde la serpiente antigua, diablo y satanás ha hablado; es decir, en el Edén, en la historia de Job, en las tentaciones de Jesús.
Si atendemos este principio, el número de la bestia, el 666, debería encontrar en la misma Biblia los referentes para establecer un posible significado. Valga decir que nunca he leído un artículo o libro que trate este tema y se acuerde del referido principio. Junto con esto debe admitirse que tan sólo hay un pasaje bíblico en el que se menciona el cómputo "seiscientos sesenta y seis".
Precisamente, ese único pasaje tiene como sujeto principal al rey Salomón, reconocido por su sabiduría y entendimiento, los dos requerimientos con que se inicia Ap. 13:18. Se dice del rey Salomón que tenía de renta cada año seiscientos sesenta y seis talentos de oro. Con ese cómputo los cronistas quieren magnificar la riqueza del rey. No debe olvidarse que semejante riqueza provenía hasta de otros pueblos, otros territorios sobre los cuales no gobernaba Salomón. Asimismo, este pasaje del Antiguo Testamento muestra como Salomón compartía su riqueza.
De ahí que, el cómputo de la bestia debería apuntar hacia su riqueza, en el entendido de cuán grande es. Es la riqueza la que da carácter, por tanto, la que da nombre y grandeza a la bestia. Evidentemente, riqueza que la bestia obtuvo no siempre por su propio trabajo y esfuerzo, sino tomando tributo de otros pueblos, territorios y dominios. El estudio computacional de la riqueza de la bestia, además de los modos de producción y obtención de la riqueza, también debe observar la forma de compartirla.
El cómputo no debería estar calculado en las letras que componen su nombre o que le otorgan título alguno, lo cual es una interpretación desconocida en el texto bíblico. Daniel, Ezequiel, Jeremías, Isaías y ningún profeta, así como ningúna instrucción angelical referida a la interpretación, recurrió vez alguna a dar valor a las letras del nombre o título de una bestia para obtener un cómputo.
El segundo principio es el cumplimiento en la historia! Evidentemente, no se puede aplicar aún. Es necesario esperar la materialización de lo anunciado. En los días de esta profecía existirán tres opciones para "poder comprar o vender" (Ap. 13:17) (queda por discutir si esta compra-venta es simbólica, literal, o dual), a saber, tener la marca de la bestia (observar los mandamientos distorsionados por voluntad humana como si fuera una obligación civil), el nombre de la bestia (tener el carácter de la bestia, esto es, la convicción de observar los mandamientos distorsionados por voluntad humana aunque no sean una obligación civil) , o el número de su nombre.(observar los mandamientos distorsionados por voluntad humana por conveniencia financiera, rendir las convicciones y los valores fundamentales ante el poder de las riquezas de la bestia)
Bendiciones!
Bendiciones!